jueves, 27 de marzo de 2014

RELATO DE PABLO LORENTE VINOS DE NAVARRA: CONCURSO DE RELATOS WWW.TURISMODEVINO.COM

De la página de la DO Vinos de Navarra
Hola amigos, como algunos de vosotros ya sabéis me gusta el vino. A los que no lo sabíais ya podéis tener en cuenta que me podéis invitar a degustar una copa, copas, botella... en cualquier momento. 

También me gusta escribir, así que no pierdo la oportunidad de participar en concursos literarios que tratan sobre el vino o que tienen como premio vino, ¡Dios mío!, me encanta el vino. 

Así que nada, como viene siendo habitual, participo en un nuevo concurso literario, en este caso organizado por el portal www.turismodevino.com. Y es que si podemos hacer turismo de sol y playa, turismo cultural, turismo de montaña, el turismo de vino me parece una idea redonda. En la página encontraréis escapadas, visitas a bodegas, cursos de catas...


El concurso cuenta con el patrocinio de la Denominación de Origen Vinos de Navarra. En su página web encontraréis  una amplía y clara guía de vinos, bodegas, lugares para visitar e información abundante sobre el producto en cuestión. Debo reconocer que la página me ha gustado mucho. 
Así que nada, vamos a ver cómo hablamos sobre el vino de Navarra y el fascinante tema de las suegras. 

Por cierto, con respecto al vino de Navarra, he de decir que son vinos marcados como asignatura pendiente, y es que creo que no los he probado. Prometo que no tardaré en poner remedio a tan triste situación. 

Aquí tenéis mi relato:


LA BOTELLA DEL OLVIDO


Mi suegra tardó poco tiempo en venir a vivir con nosotros a causa de la “enfermedad del olvido”, a pesar de las lágrimas y las quejas. Ella lloraba por tener que abandonar la tierra y el pueblo. Mi marido lloraba porque la enfermedad cada día era más palmaria.
Cuando montamos a mi suegra en el coche la escena me sobrecogió; mi marido no había llorado desde que habíamos enterrado a su hermana, muchos años antes.
            Los despistes habían llegado hacía mucho, aunque por aquel entonces no éramos conscientes y lo achacábamos al normal paso del tiempo. Un par de días antes de escena la vecina del pueblo nos había llamado por teléfono, casi se había rozado la tragedia. Mi suegra se había olvidado de apagar el fuego, no era la primera vez, ya habíamos contratado un seguro de hogar por la misma razón. No obstante, sí era la primera vez que echaba en el cocido lavavajillas como si fuera un condimento.
Con el paso del tiempo todo se le olvidó, y ni siquiera los pequeños trucos servían de nada: ni el diario que rellenaba por prescripción médica, ni los recordatorios que depositaba en los lugares más peregrinos, ni llenar la casa de pósits coloridos con los nombres de los objetos del hogar, la memoria se le escurría.  
            Un fin de semana decidimos visitar Navarra, contratamos a una cuidadora y nos fuimos a visitar la zona. “Por la noche, estaba deleitándome con un vino de Navarra” en la habitación del hotel “cuando sonó el teléfono. Mi marido me pasó el inalámbrico y me dijo: “es mi madre”. Dice que ha encontrado una botella con un mensaje tuyo”.
No sé cómo relacionó su propio mensaje conmigo, tampoco cómo me podía confundir con su hija muerta, pero hablé con ella asumiendo ese papel con entusiasmo, como si fuera lo más normal del mundo. Tras una breve charla en la que ella recordaba el nombre y profesión de mi cuñada nos despedimos hasta pronto. Mi marido me dio un abrazo lleno de agradecimiento y amor.
Luego llamó a recepción para pedir otra botella.

(Este relato ha sido merecedor del 4º Premio en este concurso)

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