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Pablo Lorente
 Elogio de la estulticia Hoy publico mi primera columna de opinión en este medio, así que es de rigor saludar al lector y pedir paciencia, a la par que clemencia. Los responsables de Bajo Aragón Digital me juzgan de interés para hablar en este espacio. Supondrán que lo que tengo que decir interesará al lector, que soy una persona cultivada, hasta intelectual me llaman algunos, quién sabe. Lo cierto es que no tengo ganas de opinar de nada, me encantaría no escribir de nada, no tener que asumir esta responsabilidad. Apenas se han ido los Reyes Magos, nos hemos deseado un feliz año, como si eso significara algo y el paso de las hojas de un almanaque pudiera cambiar algo en nuestras conciencias; hemos brindado y en nuestra mente se han formulado quizá, nuevos retos. Yo no tengo, no me interesan lo más mínimo, a mí, lo que me gustaría, como decía, sería no escribir de nada. No tengo nuevos propósitos para este año, si acaso, ser algo más estúpido. Porque la estulticia, la imbecilidad, me permitiría la profunda libertad de no tener que escribir estas líneas y, de paso, de no pensar. Así, no tendría que plantearme hablar de la guerra en Siria, la República Centroafricana o Sudán; no me preocuparía el terrorismo de cualquier signo, defendido en ocasiones por tribunales de derechos humanos; no se me pasaría por la cabeza el saqueo al que hemos sido sometidos por nuestros políticos; no pensaría en los millones de parados de este país; no tendría que aludir a las injusticias que vivimos cada día con nuestra justicia y nuestras leyes incomprensibles; podría obviar del todo los cayucos que cada día llegan a la estupenda Europa, sería, en resumidas cuentas, mucho más feliz. Pero todos estos temas, como la estupidez propia y ajena, mejor para otro día, con más calma y sin regusto a roscón. |
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