| Pablo Lorente |
Tiempos de guerra
Es escandaloso lo poco que sé sobre Siria, su historia, su cultura, su clima, en fin, muy poca cosa. Algo muy similar me ocurre con la actualidad de ese país y aquella zona. A ello contribuye, sin duda, el apagón informativo sobre el conflicto armado que se vive en aquellas ignotas y lejanas tierras.
Apagón obligado y paradójico. Obligado porque los periodistas son secuestrados, torturados, asesinados o utilizados como arma de propaganda por el DAESH, de modo que también nosotros quedamos un poco secuestrados puesto que apenas sabemos nada de lo ocurrido. Paradójico porque en los tiempos de la conectividad absoluta, las pocas noticias que nos llegan deben ser siempre tomadas con cautela, ya que no disponemos de los mecanismos de objetividad, veracidad e imparcialidad que, en teoría, atesora el periodismo. No puedo dejar de acordarme en estos momentos de los periodistas españoles desaparecidos en estos momentos: José Manuel López, Ángel Sastre y, en especial, de Antonio Pampliega, persona a la que siento más cercana por haber leído en su día un libro magnífico sobre Afganistán: la vida más allá de la batalla.
Es frecuente ver en las redes noticias sobre los bombardeos rusos en Siria. Para algunos son unos héroes en comparación con los pazguatos estadounidenses mientras que para otros son unos héroes en comparación con los pusilánimes europeos, mientras que para otros… Vaya usted a saber, hay opiniones para todos los gustos, claro. El caso es que a casi nadie le ha importado mucho el exterminio de los cristianos en la zona, como tampoco nos ha importado el genocidio yazidí, como tampoco nos ha impresionado mucho la lucha kurda (recuerdo a una bella luchadora muy rubia, una tal Rehana, que se había hecho destacar; luego vi su cabeza en manos de un barbudo muy malcarado). Lo que sí nos ha importunado es la llegada masiva de sirios en su peregrinación hacia el paraíso alemán pero claro, ¿cómo no escapar del infierno?
Eso fue hace unas pocas semanas y, parece que ha pasado, o así al menos lo ha decidido el periodismo. De momento hay aviones militares de 32 nacionalidades disparando por doquier e incluso molestándose en el aire; ya esta segunda de octubre ha habido un incidente entre cazas norteamericanos y rusos.
En definitiva, como siempre, corren tiempos de guerra, y es que la estupidez del ser humano no conoce fronteras.
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