martes, 12 de noviembre de 2013

JOSÉ MALLORQUÍ, EL ESCRITOR ESPAÑOL MÁS VENDIDO DEL SIGLO XX

ADJUNTO ARTÍCULO DE EL MUNDO:

El rey de la pulp fiction hispana

Cien años del nacimiento de José Mallorquí

Jesús PALACIOS | Publicado el 08/11/2013 |  Ver el número en PDF

Es el escritor español más vendido del siglo XX. Su nombre raramente asoma por las historias de la literatura, pero contribuyó por encima de otros más ilustres a crear legiones de lectores, que encontraban en sus novelas no solo evasión, emoción e historia. José Mallorquí creó 'El Coyote', un héroe español hasta la médula en un país sin héroes.


En este año del centenario de su nacimiento, José Mallorquí Figuerola(1913-1972) ve justamente rescatado su nombre gracias a una elegante y erudita reedición de dos de sus novelitas de El CoyoteEl Diablo en Los Ángeles y Don César de Echagüe, bajo el título genérico de El Coyote, en la colección Letras Populares de Ediciones Cátedra. Edición a cargo del experto Ramón Charlo, con sendos textos introductorios de Luis Alberto de Cuenca, incombustible defensor de la cultura popular, y César Mallorquí, hijo del escritor y heredero de su fiebre literaria.

Ojalá que este pequeño pero contundente homenaje sirva para desempolvar la figura y obra de un autor, cuyo significado e importancia corren riesgo de quedar enterrados, por esas injusticias que tantas veces acompañan al (des)conocimiento de la literatura popular. Injusticias críticas y académicas, que confunden velocidades y tocinos, sin distingos ni matices, que necesitarían que algún Coyote literario deshiciera a base de precisos disparos de revólver metafórico.

Se tiende a confundir la obra de José Mallorquí con el universo del bolsilibro puro y duro de los años 60 y 70, especialmente el del Oeste -western que decimos ahora-, que tuvo en Manuel Lafuente Estefanía su máximo exponente. Sin faltar a nadie -confesándome amante culpable del bolsilibro-, se trata de un error, pues Mallorquí debe encuadrarse en la genuina novela de aventuras popular que precedió a éste en los 40, con colecciones y autores más cercanos de lo que se supone a la literatura general y al respetable (al menos ahora) pulp estadounidense.

Mallorquí debutó en el mundo literario como ingenioso y estilizado traductor de novelas de escritores como Agatha Christie o Earl Derr Biggers, para editorial Molino. Ingenioso, porque no sabiendo más que francés, aprendió inglés de forma autodidacta, y estilizado, porque se convirtió más que en traductor en intérprete de las obras que pasaban por sus manos, transformándolas en producto nacional nada bruto. Y es que, aunque mal estudiante y bala perdida en su adolescencia -quizá debido a ser hijo natural,que se decía entonces, condición similar a la de otro injustamente maltratado autor popular, Emilio Carrere-, Mallorquí fue lector compulsivo, devorando aquello que se le ponía a tiro, elaborando su propio estilo al adaptar los tópicos de la novela de acción americana, que tan bien conocía -Doc Savage, La Sombra, Pete Rice...-, a un lenguaje lírico, en perfecto castellano, deudor de los clásicos. Como recuerda su hijo, César: “...leía sin ningún orden todo lo que caía en sus manos: Zane Grey, Dumas, Peter Keyne, Zola, Galdós, Alarcón, Guido da Verona, Blasco Ibáñez (…), Palacio Valdés, Jardiel Poncela…”. Mallorquí desarrolló un estilo que, pese a su carácter pulp, de escritura a tanto la línea y novela cada quince días, posee un tono muy superior formalmente al de la mayoría de sus contemporáneos en el género, imitadores y sucesores.


Mucho más que El Coyote

Es verdad que Mallorquí no era El Coyote. Era muchas cosas más: traductor, creador de series del Oeste como Tres Hombres Buenos, Jíbaro o Miss Moniker, de héroes de acción como Duke, introductor de Weird Tales en España, con sus “Narraciones Terroríficas”; de la ciencia ficción, con su colección “Futuro”; pionero y genio del serial radiofónico, en una España pre-televisión con las orejas pegadas al transistor, siguiendo por las ondas las aventuras de Los Bustamante, Dos Hombres Buenos -uno quedó por el camino- o, naturalmente, El Coyote. Inevitable llegar al Coyote. Ese héroe enmascarado, nacido en una novelita titulada El Coyote, publicada en 1943 por la colección “Novelas del Oeste” de ediciones Clíper, con el seudónimo de Carter Mulford, que se convertiría en protagonista de más de 190 novelas, casi tantos tebeos y varias películas.

Puede que El Coyote surgiera a imagen y semejanza de El Zorro, creación del estadounidense Johnston McCulley... Pero pronto llegó a superarle, transformándose en su antítesis. Respuesta hispana al mito USA: Don César de Echagüe, Quijote y Sancho en uno, caballero español que defiende la California indígena contra el imperialismo yanqui, usando no solo sus pistolas, sino sobre todo la astucia y el conocimiento. Como el propio Mallorquí, apasionado conocedor de la Historia de Estados Unidos, así como del papel de España en su conquista y pérdida. La saga del Coyote está trufada de episodios y personajes históricos, supeditados a la ficción, pero reales. En Mallorquí se encuentra, como en pocos, eso de enseñar divirtiendo. Como Verne, Salgari, Scott y otros grandes de la aventura, es consciente del valor pedagógico de sus obras para el lector desprevenido.

Sus cartas literarias, sin parangón

No hay que llamarse a equívoco: la obra de Mallorquí es pura pulp fiction. Sus defectos son virtudes y sus virtudes más, pero no debe confundirse con la masa del bolsilibro en general, ya que se encuentran más próxima a la novela de aventuras clásica, que a la escritura excesivamente apresurada y netamente alimenticia de la novelita de bolsillo, que se convirtiera en su esforzada heredera. Mallorquí crea un universo propio, que hispaniza el Oeste americano y su Historia, siendo fiel a la misma a través de una cuidada documentación y una argumentada defensa de esta genuina hispanidad del western. En definitiva, las cartas de nobleza literaria de Mallorquí y su obra, en especial la serie de El Coyote, por supuesto, no tienen parangón en nuestra novela popular, y su ejemplo prosigue en creaciones como el Alatriste de Pérez Reverte.

José Mallorquí se quitó la vida, como Howard, disparándose en la sien, un año después de fallecer su esposa. Pero como Howard en su bárbaro Conan, también él seguirá siempre vivo en El Coyote. Mito de la cultura popular española, arquetipo eterno vestido con el fetichista traje de charro enmascarado, que Batet supo plasmar soberbiamente en sus ilustraciones. Un héroe español e hispano hasta la médula, para un país sin héroes.
 

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