martes, 17 de febrero de 2015

EL FRACASO DE LA TELEVISIÓN: ARTÍCULO DE OPINIÓN

Nuevo artículo de opinión publicado en Bajoaragondigital sobre la televisión, su poder educativo y otros desmanes del día a día.
Pablo Lorente
El fracaso de la televisión
Quizá, en algún momento, alguien pensó que la televisión sería un invento maravilloso para educar. No descarto que pueda ser posible, pero parece que no vamos por el buen camino, y eso que cada español ve la tele una media de 264 minutos al día, pero… ¿qué vemos?
Un buen puñado de la población no ve la televisión en sentido estricto, es decir, usa el aparato electrónico para conectarlo a un ordenador y ver lo que se le antoja. O lo conecta a una consola para jugar y, de paso, ver lo que se le antoja, porque, por suerte o por desgracia, tenemos a nuestra disposición un sinfín de opciones. De ahí —las empresas saben lo que hacen—, la proliferación de ofertas de canales más o menos a la carta, como Canal + o Movistar…
Otro buen puñado de la población ve la televisión a destajo, lo que sea, o, según dicen las cadenas, lo que demandamos —no me lo creo ni harto de carajillos— pero ahí estamos: cientos de capítulos de series sin orden ni concierto; horas y horas de cotilleos, aunque reconozco que debemos aplaudir a los genios que son capaces de llenar cada día horas y horas de basura intrascendente, manipulativa y freidora de cerebros en masa; concursos de cultura tan incultos que no son capaces ni tan siquiera de dar la respuesta correcta al pobre espectador que se queda como está, sin aprender un ápice y con la duda acuciante que le quietará el sueño. Y es que todo se ha convertido en un mero espectáculo.
Tanto es así que incluso los informativos han seguido esta dinámica. La renuncia a las premisas básicas del periodismo —ética, interés general, moralidad, imparcialidad, objetividad…— es tan palmaria que aceptamos como noticia un accidente de coche en Madagascar o, que los canales no hablen de grandes acontecimientos deportivos si no los emiten ellos, por no hablar de los pildorazos de publicidad que debemos soportar sin ton ni son.
Y en esa cultura del espectáculo, se han quedado fuera los que no lo son, por ejemplo los intelectuales, por minimizar la palabra, los que piensan. Solo en caso de catástrofe —nos encanta una buena tragedia del día a día— se invita a dar su palabra a intelectuales o expertos en el tema que tengan algo que decir. Mientras tanto, el pensamiento, la literatura, la filosofía, la cultura en general (solo los actores aparecen por doquier porque ellos mismos son el espectáculo) se han arrumbado al cajón desastre de la nada, por la sencilla razón de que los que gobiernan el espectáculo han decidido que eso no interesa o no importa.
Pienso en las miles de personas que forman esa masa de especialistas e intelectuales formados tras miles de horas de esfuerzo y de estudio. Pienso en los miles que habrán tenido que hacer las maletas para encontrar un trabajo digno en el extranjero, pienso en la falta que nos harían en España todos esos cerebros que tanto nos ha costado formar. Luego veo que a algunos participantes de Gran Hermano VIP les pagan 50.000 euros a la semana. Quizá por eso a la televisión se le llama la “caja tonta”, de ahí también su fracaso.

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