Pablo Lorente |
El desastre del libro electrónico
Lo del libro electrónico me parece de un desbarajuste de magnitudes bíblicas. Hace unos meses intenté comprar un libro electrónico, me apetecía leer ese título y lo quería comprar. En principio no hubo ningún problema para hacer el pago. Iluso de mí, pensaba que llegaría al correo electrónico, lo abriría y lo podría copiar a mi lector, un e-book de marca Sony no demasiado viejo, aunque no la última versión.
Pues no. Después de ello me hube de dar de alta en una aplicación de Adobe. Si bien el trámite no es complicado empezó a serme molesto y, al instante pensé en que miles de personas ya no sabrían dar ese paso. Cuando pensaba que ya estaba todo hecho no podía pasar el libro de esa biblioteca virtual a la que me había enlazado la tienda donde compré el libro, con mi dispositivo de lectura. Creo que dediqué hora y pico a averiguar cuál podría ser el problema: leí foros, intenté escribir a la página vendedora y miré algún tutorial más. Tras dar vueltas y vueltas llegué a la conclusión de que el libro “superprotegido” que había comprado –es un libro rediós, un libro…- no era compatible con mi lector digital. ¿Perdón? Esto es un dislate tan grande como si compramos un DVD que solo va a poder ser leído por dispositivos de la marca “Pepito” en su versión 3.0 pero no en ninguna otra, ¿sería esto posible?
Estoy leyendo unos informes sobre comercio electrónico (http://www.ontsi.red.es/ontsi/sites/default/files/estudio_sobre_comercio_electronico_b2c_2013_edicion_2014.pdf) y, en concreto, la venta de libros desaparece de los porcentajes de “Bienes y servicios comparados por internet” por la sencilla razón de que es nimia. Tan solo en un apartado posterior (“Gasto de comercio electrónico”) aparece: 0,2% el papel y un 0,3 el digital del total.
Las razones pueden ser muy variadas, desde que se lea menos hasta que ya hay plataformas de tarifa plana para la lectura digital (el gigante Amazon, como siempre), pasando por la piratería, que también la hay y funciona a buen ritmo.
Sea como fuere, si no empiezan a hacer las cosas bien, la tarta sabrá solamente a Amazon y luego de nada valdrán los lloriqueos y quejas varias.
De momento, vamos a pedir a los Reyes Magos que traigan un libro, leer es bueno para la mente y para el alma, y vamos a tomar ese dato como punto de partida.
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