THE SHIELD (AL MARGEN DE LA LEY) (Shawn Ryan, EE.UU., FX Networks, 2002)
La serie es ya un poco antigua pero tengo el convencimiento de que esta
producción abrió muchos caminos para comprender las series tal y como hoy lo
hacemos, si bien algunos especialistas señalan la producción Alias o Los Soprano como las primeras en
transformar este producto.
En principio nada del otro mundo, un equipo especial de luchas anti
bandas comandadas por Vic Mackey (Michael Chiklis) en la ciudad de Los Ángeles.
Así que podría tratarse de otra serie policiaca más donde va a haber malos muy
malos y policías muy buenos que se van a jugar la vida por “protect and serve”
como Golden Boy, por citar una
reciente. Y sin embargo, nada más lejos de la realidad porque en realidad, este
grupo de policías, cinco hombres, son policías corruptos.
A lo largo de las cinco temporadas que podemos disfrutar observamos la
deriva fatalista que los hechos van a tomar. Hablaba de apertura de caminos,
uno de ellos es el del realismo o, en términos literarios, podemos hablar de
“realismo sucio”, que es una corriente literaria surgida en Norteamérica y cuya
definición resulta algo polémica. En lo más insustancial, hace hincapié en lo
más cotidiano y oscuro del ser humano. En la ficción que nos ocupa, este
realismo sucio tiene su vertiente más escabrosa en muy distintas imágenes que
se topan al desarrollar su trabajo, a pesar de que en muchos momentos los
policías demuestran tener alma al ayudar a los seres más desvalidos: yonkis,
prostitutas…
Otro de los hechos llamativos de esta producción es que fue una de las primeras
series que contó con primeras espadas del mundo del cine. En la cuarta
temporada y como teniente de la comisaria donde este grupo presta servicio,
podemos ver a la actriz Glenn Close, lo que supone una revolución en las
producciones televisivas, que parecen de esta manera, llamar la atención sobre
su importancia. Siguiendo esta línea, en la quinta temporada, podemos ver a
Forrest Whitaker interpretando el papel de un agente de asuntos internos que
intenta investigar al equipo especial.
Con un ritmo trepidante, la sucesión de escenas en ocasiones duras, el justo equilibrio entre acción, intriga y problemas personales, que también los hay, es una serie brillante que además deparará no pocas sorpresas, muchas de ellas provenientes del espíritu clásico de la tragedia. Me refiero, sobre todo, a una de las escenas más duras, crueles y patéticas –en sentido literario— de la historia reciente de las series, el asesinato de uno de los miembros de la banda por parte de sus propios amigos.
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