Los diálogos chispeantes, las situaciones surrealistas, la problemática tan marciana como cercana, los personajes un tanto cercanos pero no tanto que parezcan alcanzables –necesitamos soñar aunque sea un poquito- y el humor abundante. Todo ello, hace de Californication una serie siempre fresca y entretenida.
El protagonista, Hank Moody es interpretado por el simpático agente Mulder (David Duchovni) de Expediente X –menudo cambio. El tipo es un escritor de éxito que se muda desde la gran manzana con su familia a California, allí las cosas se tuercen: su amor lo deja y no es capaz de escribir. En consecuencia, se convierte en un entrañable cínico crápula follador malhablado, un don juan atinado y siempre exitoso en mil camas pero desafortunado, puesto que su obsesión es su amor, su mujer, su compañera, su amiga, que está a punto –durante la primera temporada al menos- de casarse con un tipo aburrido.
Por cierto, creo recordar que el actor acabó en una clínica de desintoxicación, su droga, el sexo, no me extraña, y es que la dosis de carne es bien generosa, supongo que las tetas siempre venden.
Aparte del protagonista Hank y su bienamada mujer Karen, interpretada por Natascha McElnoe destaca una interesante reflexión sobre el mercado del libro, ya que el mejor amigo de hunk es también su agente. Que nadie espere una produnda reflexión en torno a este mercado ya que la problemática de la serie recae en la simpática y deslenguada autodestrucción de Hank en torno a su mujer, los múltiples amoríos y las innumerables meteduras de pata de este personaje, personaje sumamente interesante y también, por qué no, divertido.
Ando enfrascado con la segunda temporada que no pierde interés con estos mismos ingredientes y, sobre todo, con esos diálogos impresionantes.
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