Bastante decepcionante la serie de la cadena Cinemax sobre la vida en un hospital de Nueva York alrededor del año 1900.
La producción está dirigida por Stephen Soderbergh y protagonizada, en su papel estelar, por Clive Owen; ya se ha anunciado su segunda temporada.
La serie, que toma el nombre del hospital donde transcurre la mayor parte de la trama, pretende mostrarnos los avances médicos habidos en esos años, sobre todo, de la mano del jefe de cirugía-inventor-investigador (hay imágenes que nos pueden desagradar con facilidad) interpretado por Owen, el doctor Thackery, un genio con una energía difícil de explicar.
Mientras asistimos en directo a los casi experimentos médicos y cómo, poco a poco descubren nuevas metodologías y aparatos para diversas operaciones, se nos presentan otras subtramas. Quizá la más presente es el racismo, ya que uno de los cirujanos, muy bien formado e ingenioso, al parecer, es negro. Recuerda en este punto un tanto a la serie de la BBC Copper.
Otras tramas que aparecen en la obra son: la llegada masiva de inmigrantes a Nueva York, problemas de salud pública, la prostitución, la corrupción, el tráfico y el consumo de estupefacientes como forma habitual de vida y un largo etcétera. Sea como fuere, todos los elementos de la serie están marcados por el ego inconmensurable del protagonista principal.
Como no podía ser de otra manera tiene que haber uno o varios conflictos. A poder ser, el principal debe recaer en el personaje más importante, en el brillante médico. En este caso, se trata de las drogas, y es que la superenergía del doctor Thackery proviene de la cocaína. Sigue así la estela de nuestro querido doctor House, sin embargo, aquí no hay dobles lecturas ni justificaciones posibles.
Al final, bajo mi punto de vista, parece que la serie no encuentra la temática a seguir ni el conflicto que solucionar y se centra y, por tanto, se acaba diluyendo en varios amoríos y en las drogas, más drogas y más amoríos, y ya.
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