SIN PERDÓN, ARTÍCULO DE OPINIÓN DE PABLO LORENTE

Un nuevo artículo de opinión publicado en Bajo Aragón Digital tras varios meses de parón.

Sobre pedir perdón, corruptelas y otras constantes de nuestro país.

Pablo Lorente

Sin perdón No hay esperanza, queremos pensar que sí, queremos pensar que las historias de redención existen fuera de las películas, pero no, no hay esperanza. Tampoco hay control, o apenas hay control. Vivimos en un país bastante permisivo, si uno acata las normas y vive tranquilo y deja vivir, en líneas generales, la jerarquía establecida —muy escasa en líneas generales— apenas te molesta. El botellón está prohibido pero miles de jóvenes beben en las calles, las sustancias estupefacientes también pero todo el mundo sabe dónde encontrarlas más o menos, podemos correr bastante con el coche antes de que te caiga una multa y, bueno, si no eres muy bruto serán 50 eurillos, los ricos hasta pueden viajar más rápido que el común de los mortales, ya ves. El problema viene cuando uno piensa que debería haber control sobre algo. Por ejemplo, el diario El mundo en su versión digital viene haciendo desde hace varias semanas unos reportajes sobre la “España del despilfarro”, un auténtico homenaje a lo que ha sucedido en este país en los últimos años. Uno lo lee, alucina en colorines y luego piensa cómo es posible. Y lo peor de todo, es que uno puede llegar a pensar (lo reconozco, soy un inocente) que se ha intentado remediar la situación, que se han puesto los medios para que ello no vuelva a ocurrir. Y claro, uno pone las noticias y, de repente, se entera de que los senadores y parlamentarios pueden viajar sin justificar absolutamente nada; lo vemos, volvemos a pensar en cómo es posible y nos cabreamos un poco más, por mucho que la señora a la que visitaban estuviera de muy bien ver. Porque vamos a ver, que pase en una caja o banco con unas tarjetas que no existían pero que tiraban euros que daba gloria verlo pues bueno, la diferencia era que, en teoría, gastaban dinero privado; pues mira, me interesa bastante poco, pero que lo hagan con nuestro dinero, durante tanto tiempo y de forma tan descarada y, sobre todo, que no pase nada, pues hace que perdamos la fe un poquito más en el sistema, si es que nos queda algo. Así que dos ilustres, egregios, conspicuos, próceres de nuestra sociedad, al parecer, han sido expuestos a la opinión pública por ser malotes, supuestamente. Uno hasta ha dimitido, seamos realistas, por mucho que se exija, es lo mismo que decir “hasta luego Lucas”; el otro igual devuelve la pasta. Muy bien, estupendo, pero menos perdón y más control.