Hace unos meses participé en el VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín. Cada cierto tiempo van publicando en la página http://www.blogsanfermin.com/vi-certamen-internacional-de-microrrelatos-de-san-fermin-48/ los presentados. Aquí tenéis el mío por si tenéis ganas y tiempo.
DESDE LA DISTANCIA
Pablo Lorente Muñoz
Como cada año desde hacía muchos años, se levantó muy temprano para ver en directo el encierro de San Fermín. Ese año le había costado un poco más levantarse, era su primer año como jubilada y había perdido la mala costumbre de madrugar.
Primero, su difunto marido; luego sus hijos y más tarde sus nietos, le habían preguntado extrañados por su afición, algo del todo exótica y peregrina para una mujer que vivía a miles de kilómetros de donde se celebraba una incomprensible carrera que enfrentaba a toros y personas. Cuando se le preguntaba por qué le gustaba tanto aquello, solo acertaba a levantar los hombros en una equívoca señal que hacía sonreír a sus familiares.
Aquella mañana, toda su familia estaba con ella cuando los toros salieron. Cuando acabó el encierro, le regalaron unos billetes de avión para visitar Pamplona, una ilusión declarada y postergada desde hacía años.
Ella no supo qué decir, todavía pensaba en la cara de uno de los mozos que habían enfocado en primer plano: tenía la misma cara que su antiguo novio español, único secreto que había guardado para sí.
¿Contestaría alguien al número de teléfono que secretamente había guardado en su cabeza durante años?
Primero, su difunto marido; luego sus hijos y más tarde sus nietos, le habían preguntado extrañados por su afición, algo del todo exótica y peregrina para una mujer que vivía a miles de kilómetros de donde se celebraba una incomprensible carrera que enfrentaba a toros y personas. Cuando se le preguntaba por qué le gustaba tanto aquello, solo acertaba a levantar los hombros en una equívoca señal que hacía sonreír a sus familiares.
Aquella mañana, toda su familia estaba con ella cuando los toros salieron. Cuando acabó el encierro, le regalaron unos billetes de avión para visitar Pamplona, una ilusión declarada y postergada desde hacía años.
Ella no supo qué decir, todavía pensaba en la cara de uno de los mozos que habían enfocado en primer plano: tenía la misma cara que su antiguo novio español, único secreto que había guardado para sí.
¿Contestaría alguien al número de teléfono que secretamente había guardado en su cabeza durante años?
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