Nueva colaboración de opinión en Bajoaragondigital, sobre lo que quiere la gente ser de mayor, las nuevas tecnologías y otros misterios del día a día.
Pablo Lorente |
De mayor quiero ser…
Uno de los mayores ataques de risa que he tenido en mi vida fue viendo la película Mary Poppins, en un momento dado, uno de los personajes comenta que tiene un amigo trabajando como probador de colchones. Era un chaval y como tal no entendía nada sobre la vida, pero aquello de trabajar tirado sin hacer nada ya me parecía una buena idea.
Hace poco salía publicada una encuesta sobre los deseos del chavalerío para trabajar en el futuro.
Parece que las opciones preferidas eran la de ser ingeniero, probador de videojuegos o youtuber, entre otras, me quedo con esta última.
El innegable atractivo de las nuevas tecnologías está siempre presente, pero el avance de las mismas nos pone en muchas ocasiones en un aprieto: debemos hacer un enorme por estar al día, lo que implica, indefectiblemente, que no forma parte de nuestras vidas puesto que ya que no sabemos de qué va. Para entendernos, un youtuber es alguien que cuelga vídeos en la conocida plataforma Youtube realizando una actividad cualquiera. Hay gente que habla de cocina, de moda, de literatura o de la vida cotidiana, pero los reyes y señores del invento parecen ser los youtubers de videojuegos.
En otro momento hablaré más en profundidad de los videojuegos en sí mismos y de su naturaleza, pero hoy me centraré en los “jugones”. Esto es, gente que juega al videojuego que sea, que graba sus partidas y mientras tanto habla y comenta aspectos del juego o del momento en el que se encuentra. A muchos nos puede parecer una banalidad como la copa de un pino, claro, repito, la principal razón es que no forma parte de nuestro mundo, pero las cifras hablan por sí mismas. Por ejemplo, “Willyrex”, con casi tres millones de suscriptores.
La cosa no va a acabar aquí porque cada vez viviremos más en mundos interactivos y menos en la realidad, que es mucho más costosa y puñetera que sentarse en un sofá con un mando en la mano y vivir vidas infinitas. A lo mejor, en unos cuantos años, se deja de ver el fútbol, por poner un caso paradigmático de ocio compartido. Ya comienza a haber ligas de juegos on-line en los que un equipo se enfrenta a otro, igualito que en el fútbol, con hinchas y espectadores y todo, la Liga de Videojuegos Profesional. Puede ser llamativo pero, pensándolo fríamente, sentarse a ver cómo jugadores mueven ejércitos, mercenarios, coches o aviones en una pantalla, no es más ridículo que 22 personas en pantalón corto intentando meter un balón en un determinado espacio a patadas. Es mera evolución, del pan y circo al pan y fútbol, y de ahí al pan y pantalla hay un paso muy pequeño, tiempo al tiempo.
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