INTRAHISTORIA DE ÁNGEL GUINDA: PREMIO DE LAS LETRAS ARAGONESAS

Durante el mes de octubre de 2008, tuvo lugar en Ejea de los caballeros una semana cultural que llevaba por título “La memoria histórica”. El tema, como es bien sabido no puede estar más de moda. Durante esa semana, se sucedieron diversas charlas y ponencias en torno a este tema pero visto, no sólo de manera histórica, sino también desde el campo de la literatura.

Una de las charlas, la impartía el poeta aragonés Ángel Guinda, poco o nada tenía que ver con la memoria histórica de nuestro país, ni con la Guerra Civil, tenía que ver más bien con su propia historia, su experiencia vital a lo largo de su poesía. Tengo que decir que me encantó, él y sus palabras, mucho más sus poemas, que leídos por él tenían algo de mágico, quizá por la sinceridad con la que se dirigía a su público, a todos nosotros.

Fue curioso ver al “enfant terrible” de la poesía aragonesa, casi una leyenda por su exageración y provocación en sus años de juventud, transformado en una persona que transmite quietud y serenidad, mucho más curioso, comprobar cómo el paso de los años no nos quita nada de lo que nos dio, sino que nos da muchas más cosas, ver fue un regalo.

Estos días le ha sido concedido el Premio de las Letras Aragonesas, una buena noticia, sobre todo y así lo espero, para leerlo de nuevo, o leerlo por primera vez.

Más información:

BIBLIOGRAFÍA INCOMPLETA:

Ángel Guinda, Claustro, Poesía 1970-1990, Olifante, Zaragoza, 1991.

Ángel Guinda, La creación poética es un acto de destrucción, Antología (1980-2004), Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2004.

Ángel Guinda, El mundo del poeta, el poeta del mundo, Olifante, Colección Papeles de Trasmoz, 2007.

Ángel Guinda, Toda la luz del mundo, Olifante, Zaragoza, 2008.

Algunos poemas:

Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada.
La trampa de vivir y ver morir.

Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.

Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.

Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.

Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.

CAJAS Lo diría una indígena y tendría razón.
“Ustedes tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y les dejan en una cajita,
su casa es una caja, y las habitaciones
son cajas más pequeñas.
Suben a la casa en una caja,
bajan a la calle en una caja.
Viajan en una caja.
Duermen y hacen el amor sobre una caja.
A través de una caja ven el mundo.
Cambian de casa: lo meten todo en cajas.
Y cuando mueren
les introducen también en una caja.
Los Bancos y las Cajas tienen caja,
los establecimientos tienen y hacen caja.”
Todo está hecho para que encajemos.
Nos encajan la vida.
Algunos no encajamos, y nos desencajamos.