Defreds, Marwan y la generación superventas de la poesía
Una editorial independiente ha acudido al rescate comercial de la poesía. La apuesta: jóvenes con gran impacto en redes sociales.
El resultado: en los grandes comercios se vende el triple gracias a ellos.
La poesía, cada cierto tiempo, tiende a abrir las ventanas y airearse. Lo dice Luis García Montero, refiriéndose a esos vientos del cambio que de cuando en cuando se llevan por delante críticas y prejuicios de quienes no quieren ver más allá del canon establecido. Ahora el vendaval lo han provocado pequeñas editoriales independientes como Bartleby, El Gaviero o Frida, un fenómeno editorial sin precedentes en un género con ventas habitualmente raquíticas.
Para intentar entender por qué Frida ha conseguido publicar 40 títulos en apenas dos años y cómo ha llegado a tener cinco libros en la lista de los más vendidos de poesía, PAPEL acude a su cuartel general y se cita con algunos de sus autores más representativos. Por allí van apareciendo Marwan, Diego Ojeda, Luis Ramiro, María Cabañas y Defreds, sentados alrededor de una mesa de Ikea en la que, más que de cifras (como los 60.000 ejemplares que ha vendido Defreds de Casi sin querer, su primer libro, o los 40.000 que lleva Marwan de La triste historia de tu cuerpo sobre el mío) se habla de redes sociales, versos cotidianos, envidias malsanas y la relación con los lectores, la mayoría entre los 15 y 25 años, hasta la fecha el sector de la población española más reacio a abrir un libro. Esa estadística parece tener los días contados, en gran parte gracias a estos chicos y chicas con la sensibilidad a flor de piel.
«Empezó como un hobby en 2010», señala Diego Ojeda, cantautor, poeta y cofundador de la editorial. «Marwan y yo leíamos muchos libros de poesía, escribíamos sin parar, hasta que una editorial pequeñita se fijó en nosotros y nos publicó nuestros primeros libros. La cosa fue evolucionando y decidimos autoeditarnos». El éxito fue tan rotundo como inesperado. En apenas dos semanas, Mi chica revolucionaria, el segundo poemario de Ojeda, estaba entre los libros más vendidos del país. «Nuestras primeras publicaciones confluyeron con la aparición de un movimiento, en parte apoyado en lo fácil que es y lo bien que funciona compartir textos cortos en internet», señala Marwan, muy conocido en el circuito de la canción de autor antes de lanzarse a publicar poemarios. «Nosotros no hemos inventado nada, hemos bebido de lo que hemos leído y lo hemos adaptado a nuestras vivencias, nuestro lenguaje y esta locura de las redes sociales». Eso, unido a sus recitales y el cuidado diseño de la colección, han contribuido a crear la tormenta (viral) perfecta, inmune a la ceguera de los medios respecto a su repercusión.
Defreds, el alias por el que se conoce al vigués José A. Gómez Iglesias, es el mayor exponente de la capacidad de arrastre de Twitter y Facebook. Él no tiene carrera musical a sus espaldas y lo suyo es una prosa-poética sencilla y directa capaz de generar un gran polo de atracción entre los adolescentes. Defreds es el primero en reconocer que sabe que sus libros «no son los mejores del mundo, pero le sirven a esa persona de 15 años que se acerca por primera vez a una librería. En vez de estar viendo la tele o fumándose un porro en el parque le ha dedicado unas horas a leer. Y eso me hace sentir muy orgulloso». Las cuatro horas de cola para una dedicatoria suya en la última Feria del Libro de Madrid, también.
El eje en torno al que se mueven todos, «el visionario» -lo bautiza Ojeda- es Marwan. Él fue quien sirvió como nexo de unión entre poetas, cantautores, raperos como Rayden y hasta ilustradoras como María Cabañas, que ha dado el salto desde su estudio de tatuaje a las librerías. La autora de Pronóstico de lluvia dibuja una línea que une a todos los autores de Frida: «Necesitamos comunicar y expresarnos, es algo casi terapéutico, y cuando te das cuenta de que tu herida alivia la herida de otro, la alegría es indescriptible».
Una frase de autoayuda en una de las paredes de esa arcadia feliz que parece Frida aclara las cosas: «Lo único imposible es aquello que no intentas». El resultado de su trabajo, ese empeño por intentarlo todo contra viento y marea, contra críticos clásicos y haters en las redes sociales, ha provocado curiosos hechos insólitos, como que la sección de poesía de las grandes superficies incremente sus ventas entre un 150 y un 200 por cien, o que editoriales como Planeta o Espasa se lancen a fichar a su nómina de jóvenes talentos. Sus ventas, dicen, han abierto mercado a la poesía «hablando de la belleza de las cosas cotidianas desde un lugar universal, en el que todo el mundo se siente identificado», en palabras de Ojeda. Algo a lo que intentan dar continuidad publicando libros de poetas consagrados como Felipe Benítez Reyes y diversificando su oferta hacia otros géneros como el ensayo o la novela.
«Los grandes grupos editoriales están un poco perdidos e intentan copiar la fórmula», señala Víctor Fernández, director comercial y editorial de Frida. «Sí tenemos el miedo de que lleguen con el talonario por delante y se lleven a algunos autores, pero tenemos la seguridad de que los que están con nosotros aprecian nuestra forma de hacer las cosas». Y eso tiene que ver con ejercer también de distribuidores, con adelantar royalties y con ofrecer un trato familiar. Un entusiasmo que se respira desde que se pone un pie en la editorial, a pesar del asqueroso día de lluvia que hace fuera.
«Lo importante», afirma Luis Ramiro, otro cantautor que compagina canciones y poemas, responsable de Te quiero como siempre quise odiarte, «son las ganas de compartir, sin más ambición que pasárnoslo bien y escribir cosas bonitas. No hay competencia ni celos absurdos entre nosotros». Marwan, arrimándose al borde del precipicio de la euforia, grita antes de cruzar la puerta: «¡Frida es una fábrica de amor!». Y de bestsellers, nada menos.
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